El estrés es una respuesta normal y adaptativa de nuestro organismo ante algún estímulo o acontecimiento que percibe o interpreta como peligroso o amenazante y por lo tanto se prepara para adoptar las medidas necesarias para enfrentarse a dicha amenaza.

Se manifiesta a través de síntomas fisiológicos como sudoración, palpitaciones, taquicardias, tensión muscular, etc. y de síntomas cognitivos tales como preocupación, sensación de agobio, miedo a perder el control, dificultad de concentración, irritabilidad, etc.

A lo largo de nuestra vida tenemos multitud de factores que pueden estresarnos, como en el ámbito académico, entrega de trabajos, exámenes… en el ámbito laboral o circunstancias personales.

Pero dicha respuesta en algunas ocasiones en vez de ayudar a prepararnos ante situaciones amenazantes, nos incapacita y se vuelve no adaptativa; ya que se presenta ante situaciones que no son de peligro y las respuestas son de una intensidad y duración prolongadas y desproporcionadas. Interfiriendo así en distintas áreas vitales de la persona y por lo tanto en su funcionamiento cotidiano.